Si no ocurre un milagro, el próximo 31 de diciembre, el
sonido de este histórico “templo del jazz” se apagará para siempre. En esta
fecha termina la moratoria de la “Ley Boyer” que supone el fin de los
alquileres de renta antigua para los comercios.
Según el catálogo municipal, el Café Central es uno de los
30 locales que forman parte del Patrimonio Cultural de Madrid en la zona
centro. Y ni eso le salvará de tener que cerrar. En change.org ya se han
recogido 32.000 firmas para evitar el cierre.
Es tristísimo lo que está pasando en Madrid por culpa de la
crisis: comercios de toda la vida que echan el cierre porque no llegan a fin de
mes e historias familiares detrás ahogados por las deudas. Los carteles de “Se
vende local” y “Se alquila local” son miles por toda la ciudad. Y ahora, otro
mazazo más: el fin de los alquileres de renta antigua. Cierto es que los dueños
de los locales por fin van a poder ponerlos a precio de mercado pero en
contrapartida, supondrá la desaparición de establecimientos centenarios y una
gran parte de la historia de Madrid se marchará con ellos.
Hace unos días leíamos con tristeza que la Real Sociedad
Matritense busca mecenas para evitar su desaparición. Madrid, nuestra ciudad
del alma, necesita un mecenas que le salve de perder su historia para siempre.
¿Se imagina alguien Madrid sin Lhardy, Malacatín, Casa
Yustas, El Anciano Rey de los Vinos, La Violeta, la Antigua relojería de la
calle de la Sal, Taberna La Bola, la Farmacia Deleuze, el Café Gijón, la
Antigua Pastelería Horno del Pozo, La Pajarita, Casa Labra, la Librería para
los bibliófilos de Madrid, la Farmacia El Globo, el Horno de San Onofre,
Sobrino de Botín, la pastelería La Santiaguesa, La Casa del Abuelo y tantos
establecimientos centenarios con tantísima historia detrás?
Si nadie lo remedia, Madrid se convertirá en una gigantesca
franquicia.
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