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El Obelisco de Calatrava, chatarra en dique seco





Muy buenos días desde mi Madrid del alma :)

Parece que el calor aprieta menos, pero no nos engañemos, tenemos 30º ya la Aemet predice que alcanzaremos los 35º a lo largo del día. La humedad relativa del aire está en 53% y gozamos de una leve brisilla que se desliza a 8 km/h.

Desde las Vistillas -por ejemplo- podremos ver la puesta del Sol a las 21:25 horas y la Luna, casi llena, está ya al 80,42% de luminosidad. La veremos salir allá a las 18,25 horas y se mantendrá visible hasta las 3:34 de la madrugada.



Corría el año 2009 y la entonces Caja Madrid (hoy Bankia) quiso conmemorar sus 300 años de servicio a los madrileños de alguna manera. Para ello, encargó a un prestigioso arquitecto un monumento que sirviera de recuerdo de tan importante aniversario. Santiago Calatrava fue el elegido quien no se rompió mucho la cabeza en pergeñarlo. Simplemente hizo una copia, casi idéntica, del obelisco que él mismo había diseñado e inaugurado, siete meses antes, en el Instituto de Nanotecnología Russell Berrie de Haifa (Israel).

Caja Madrid dijo que era un regalo para los madrileños -luego veremos que no fue así- y ¿qué mejor lugar que instalarlo en la plaza de Castilla frente a su sede en una de las Torres KIO?

Dicho y hecho. En diciembre de 2009 se inauguró el mal llamado “Obelisco” de Calatrava en el centro de dicha plaza. Para ello hubo que eliminar la fuente que allí se instaló en 1995, un pilón circular de 52 metros de diámetro con un géiser de 32 metros de altura en el centro y dieciséis surtidores alrededor del pilón (Fuentes de Madrid. Isabel Gea. Pág. 60. Colección La Pequeña Biblioteca de Madrid, no 45. Ediciones La Librería, 2010).

A la proa de barco del Monumento a Calvo Sotelo le salió a popa un mástil de 93 metros de altura y 527 toneladas de peso, forrado todo él con placas de bronce recubiertas de pan de oro. La “gracia” del obelisco es que, mediante un sistema hidráulico ascendente, las placas se movían de forma helicoidal logrando un efecto óptico de agua que caía en cascada.

Todos aquellos que se hayan acercado a lo largo de estos años a fotografiar la plaza de Castilla se habrán dado cuenta de un fatal error: el Obelisco de Calatrava no queda centrado con la proa de barco, el motivo no es otro que haberlo colocado de modo que quedase justo entre las todos Torres KIO. Si uno quiere que la foto “cuadre” bien, entonces la proa queda fuera de la simetría de las torres.

Por cierto, ¿alguien ha contemplado alguna vez tan bello efecto acuático? Servidora, no. Y dudo que sean mucho los madrileños quienes sí hayan disfrutado de tan grata visión. Las arcas municipales no están para pagar el carísimo contrato de mantenimiento, 300.000 euros anuales. El Ayuntamiento quiso que Bankia corriera con dichos gastos pero la entidad bancaria dijo que nones y como se suele decir, “unos por otros, la casa sin barrer”.

Así pues las cosas, el Obelisco de Calatrava está en dique seco y ahora, para colmo de males, el Ayuntamiento lo ha tasado a pecio de chatarra. A los madrileños sí que nos costó dinero, nada menos que 14,5 millones de euros de los cuales, se supone, que cinco los puso el Consistorio. Su valor real en la actualidad es de 100.000 euros.

¿Y qué hacemos con esta chatarra? El Ayuntamiento no tiene previsto hacer nada con este “regalo” por lo que seguirá en dique seco.


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