«No espero que me aplaudan pero al menos que se ponga sobre
la mesa lo que he hecho», Ana Botella, dixit
Hace unos años, pocos, pero que parecen una eternidad, mi
calle estaba limpia. Todas las mañanas, en nuestro paseo habitual con la perra,
nos encontrábamos con la barrendera cumpliendo su cometido. Siempre llevaba los
casquitos puestos escuchando música. Era ya una “vieja” conocida pues del
saludo de cortesía iniciales habíamos pasado a las charlas de unos minutos, del
tiempo, del mucho trabajo acumulado cada “campaña de la hoja”, cosas así. Y
tras esos minutos, cada cual continuaba con su rutina: ella empujando el
carrito de la basura, barriendo aceras y calzadas, y vaciando papeleras, y nosotros
paseando y recogiendo las cacas de la perra.
Hoy mi calle, como todas las de Madrid, está sucia, muy
sucia, y en las papeleras no cabe un desperdicio más. La barrendera de mi calle
desapareció hace ya tres veranos, no sé si por despido o por cambio de barrio.
Ojalá solo haya sido por esto último. Desconozco la persona encargada de
limpiar mi calle porque no hemos coincidido con ella nunca. Mi calle tiene 6
papeleras, tres en cada acera, solo dos de ellas disponen de dispensador para
bolsitas de caca (casi siempre vacíos). El caso es que la última “moda” en
limpieza es pasar una vez cada 20-30 días y vaciar, exclusivamente, una papelera
del principio o del final de la calle. El resto de ellas, pues “que se busquen
la vida”.
Nuestra querida y nunca bien ponderada alcaldesa ha dicho
hace unos días en una entrevista que no espera que aplaudan su gestión pero que,
al menos, se ponga sobre la mesa lo que ha hecho.
Si le tomamos la palabra, la lista de cosas que ha hecho
sería interminable pero siendo benévolos, solo haremos un pequeño resumen:
reducción drástica de personal de limpieza de calles y de parques y jardines, eliminación
de recogida de la campaña de la hoja, supresión del baldeo de calzadas,
reducción de frecuencia en el vaciado de contenedores, supresión de la
operación asfalto dos veranos (menos mal que ya lo ha rescatado desde hace un
par de meses), creación de una “oficina de control de muros” inexistente (los
grafitis ya tienen varias capas superpuestas por doquier y nadie los limpia),
supresión de personal encargado de reponer baldosas rotas en las aceras,
reducción de recogida de basura amarilla de los hogares madrileños a tres días
alternos en cada distrito o barrio, y eliminación de recogida de bolsas
orgánicas los domingos, vía libre para la construcción de dos torres de 36
pisos en el solar del estado Vicente
Calderón, otra torre de 25 plantas en Cuatro Caminos, etc.
Además, hay que añadir la subida del IBI, de la tasa de
basuras, del impuesto de circulación y de vados. Y todo lo que ha ahorrado con
recortes y ganado con subida de impuestos lo ha invertido, entre otras cosas,
para cambiar las marquesinas de paradas de autobuses (¿para qué si las
anteriores de color marrón estaban bien?) y colocar las nuevas máquinas
“inteligentes” para tiques de aparcamiento que penalizan a los coches de más
antigüedad. (Alguien se habrá llevado el 3% de estos nuevos elementos urbanos,
seguro). Pero, sobre todo, ha invertido nuestros “dineros” en cosas muy
lucrativas para las arcas municipales: más grúas para retirar vehículos, y cámaras
y radares para poner multas, muchas más multas.
Podríamos poner sobre “su” mesa algunas cosas más, claro que
sí, como por ejemplo la escasa o nula reducción de asesores, de coches
oficiales y de enchufados a dedo, pero sobre todo, una muy importante para
nuestro patrimonio: la rebaja de catalogación de edificios protegidos -en
colaboración con la Comunidad de Madrid- con fines especulativos y ¡cómo sería!
que el Tribunal Supremo ha tenido que tumbar 8 de los artículos de la nueva ley.
Como decíamos, podríamos poner sobre “su” mesa más cosas que
ha hecho pero la lista sería tan larga que terminaríamos aburriendo a los
lectores.
Que tengáis un buen miércoles, mitad de semana laboral para
mucho :)
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