Como
estamos en pre-campaña electoral para las municipales, Ana Botella se deja
querer y no duda en posar para los fotógrafos de los medios de comunicación y,
con el mismo traje blanco “roto” y ya sin el mantón naranja “butano” -hace
mucho calor para llevarlo puesto-, aparece en El Mundo, “supervisando” las
obras de lavado de cara de la Casa de la Carnicería.
Como
señala Vicente Patón, presidente de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, «se
deben hacer las obras con cuidado... es un edificio muy alterado que ya no
tiene gran valor patrimonial por los numerosos cambios que ha sufrido a lo
largo de su vida».
Esperemos que se hagan las obras con sensatez. Cuando se
pone interés, se hacen la cosas bien, dos ejemplos son las dos posadas de la
Cava Baja, convertidas en hoteles con muy buen gusto y habiendo protegido y
expuesto al público los restaurados restos de la muralla cristiana.
Miedo nos da, sin embargo, la “decoración” de las bóvedas de
los soportales de la Plaza Mayor. A saber qué suerte de “grafittis” se les
ocurre plasmar.
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