Parece ser que los roedores “okupas” entraron en las pasadas
navidades y se han quedado en el edificio, situado en la plaza de Jacinto
Benavente.
Y proponen como solución, poner cepos. La visión de los
ratones estrangulados por los cepos no es nada agradable, lo sé por
experiencia. En casa de mi madre, cuando yo era pequeña, había ratones y mi
madre puso cepos y qué pena me daban los pequeños roedores estrangulados con
los ojos abiertos la lengua fuera. Había un ratoncito muy especial, se paseaba
delante de la televisión como si tal cosa, se paraba, nos miraba y se marchaba.
Una noche cogí un ratoncito más rico el chiquitín, y al
enseñárselo a mi madre me obligó de inmediato a tirarlo por la terraza,
pobrecillo, desde un segundo piso y, a continuación, me vació un frasco de
alcohol en las manos.
Al final, mi madre decidió hacer una promesa-trueque a san
Martín de Porres, el que que barría los ratones con la escoba sin matarlos. Ella
no pondría más cepos y “fray escoba” los alejaría. ¡Mano de santo, oiga! Y
nunca mejor dicho. Nunca más tuvimos ratones.
Sugiero al Registro Civil que en vez de cepos se encomienden
a “fray escoba” y eviten a los ciudadanos que hacen cola, la desagradable
visión de los ratones estrangulados.
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