El Café
Comercial era el más antiguo de Madrid. 128 años de historia transcurrieron
detrás de sus grandes ventanales. Fue fundado el 21 de marzo de 1887, un año en
el que Alfonso XIII apenas tenía diez meses de edad. En esa fecha nacieron en
Madrid el doctor Gregorio Marañón y el pintor Juan Gris. También vinieron al
mundo los actores Boris Karloff -famoso por su personaje de Frankenstein- y
Leonard “Chico”, de los hermanos Marx, así como la futura reina consorte
Victoria Eugenia de Battengerg; Rafael Guerra Bejarano “Guerrita” tomó la
alternativa de la mano de Rafael Molina “Lagartijo” en la plaza de toros de la
Fuente del Berro;en París se puso la primera piedra de la Torre Eiffel y
Giuseppe Verdi estrenó en Milán su ópera Otello.
Y aquí en Madrid, “Juanito” Santacruz andaba en amores con Fortunata y Jacinta, esa magnífica novela de don Benito Pérez
Galdós que vio la luz ese mismo año.
El Café
Comercial fue adquirido en 1909 por la familia Contreras y permaneció en sus
manos a lo largo de tres generaciones. En torno a sus mesas se reunieron
infinidad de personajes del mundo de la escena, de las letras, del periodismo,
del toreo y de la pintura -cuya lista sería interminable de enumerar-, así como
tantas y tantas personas anónimas que dieron vida a este punto de encuentro y
reunión el cual recibió el título de mejor café del año en 2000 y el
reconocimiento de establecimiento centenario de la Comunidad de Madrid.
¿Son rentables los cafés centenarios?
Qué
fantástico es utilizar un café -o una cafetería- como oficina de trabajo. Es lo
que se lleva hoy. Un buen lugar para trabajar. Y además, hay wifi gratis. Cada
día, cientos de personas llegan, se sientan en “su” mesa de siempre, y
despliegan “su” oficina personal:el portátil -o la tablet-, el alimentador para
la red y ahorrar batería; el ratón y el móvil, claro, para atender los
interminables “guasaps”. Los hay quienes incluso utilizan el audífono-micrófono
para atender “llamadas de trabajo”. «Hola buenos días, ¿me pones un café
con leche?». «Buenos días, ¿algo más para desayunar?, ¿un croisant, una
magdalena...?». «No, con el café tengo bastante, gracias».
Las horas pasan, una tras otra. Al
cabo de la “jornada” laboral, los clientes van recogiendo sus bártulos y pagan
su única consumición. «Hasta mañana», se despide el cliente. «Hasta mañana»,
contesta el camarero recogiendo la taza de café cuyo poso se ha quedado pegado
por las horas transcurridas.
La
noche del 26 de julio de 2015 el Café Comercial recogió sus enormes toldos y
cerró sus puertas en silencio, como lo llevaba haciendo desde hacía 128 años.
Cansados después de una jornada más de trabajo, los camareros fueron los
últimos en marcharse. Se despidieron con un «hasta mañana», como siempre. Nada
hacía presagiar que al día siguiente el café no volvería a abrir.
Una
breve nota en uno de sus ventanales informaba que el Café Comercial había
cerrado para siempre.
Los
motivos de cierre solo lo saben sus dos propietarias.
posiblemente no rente, pero es un hito histórico que una ciudad tan despoblada de ellos como Madrid debería sostener como la diputación de Burgos hace con Atapuerca, o el ayuntamiento de París hizo con la torre Eiffel hasta que empezó a dar beneficios.
ResponderEliminarHola Altamo,
ResponderEliminarComo bien sabes, Madrid no se caracteriza por conservar, precisamente.
Saludos madrileños
El café Comercial no puede cerrarse como no puede cerrarse La Cibeles, el Museo del Prado, la Casa de Lope de Vega, o la Puerta de Alcalá, porque forma parte de nuestro Patrimonio, de nuestra Cultura, de la identidad de nuestra Geografía Urbana, de nuestro Imaginario Colectivo, de nuestra Memoria... de nuestros sentimientos. Espero que las autoridades lo impidan.
ResponderEliminarBienvenido al blog, Roberto,
ResponderEliminarTiene usted toda la razón, ee café es parte de Madrid pero lo cierto es que a día de hoy, sigue cerrado y se desconoce cuál será su futuro. Ojalá que quien se haga con él, sepa mantenerlo.
Saludos madrrileños