Como señalaba el añorado profesor Montero Vallejo, el
vaciado de los edificios supone despojarles de su historia y de su vínculo con
los madrileños. Si ya de por sí, es un mal muy extendido, peor es, en algunos
casos, sus consecuencias: el “recrecido” o añadido de plantas en altura con
estilos rompedores que no tienen en cuenta el edificio original aunque, como en
todo, hay alguna que otra excepción.
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