«En la calle de Claudio Moyano se instaló en 1925 la feria
permanente de libros antiguos y usados. Las casetas -de quince metros cuadrados-
fueron diseñadas por el arquitecto Luis Bellido. Las primeras casetas carecían
de luz eléctrica, motivo por el cual cerraban al anochecer, tampoco tenían
calefacción y no podían ser subarrendadas, tal como fijó el reglamento
municipal.
»En agosto de 1986 las primitivas casetas fueron derribadas
y levantadas unas nuevas con mayores comodidades y luz incluida. Las nuevas
casetas se construyeron imitando el aspecto externo de las antiguas, de tal
forma que no se notó la diferencia entre las primitivas y las nuevas. Sin
embargo, así como las antiguas casetas eran todas de madera, las nuevas son de
madera en su fachada —imitando a las antiguas— y ladrillo en su parte trasera.
Del derribo de las casetas se salvaron dos, una de las cuales se conserva en el
Museo Municipal como recuerdo y la otra fue subastada».[1]
Hace unos días, a través de tuiter, me he enterado de la
existencia de Territorio Moyano http://territoriomoyano.org una web de
los libreros de la “cuesta bibliófila madrileña”. Se trata de una iniciativa interesante
que busca revitalizar la Cuesta de Moyano. Para lectores y escritores, la
Cuesta de Moyano es un lugar que no debiera desaparecer nunca. El sitio
perfecto para pasear cómodamente cuesta abajo, mirando los libros de las
casetas y sus mesas auxiliares, preguntando por un título determinado y
comprando aquel que se buscaba desde hacía tiempo o el que le ha llamado la atención en ese
momento.
Hoy la Cuesta de Moyano se ha modernizado, está en internet
y en la redes sociales, lo que facilita la compra de algún libro a través de
correo electrónico y acercarse luego a la “cuesta” a recogerlo, y, de paso, charlar
con el librero. Yo he comprado algunos libros por este sistema pero eso no
quita para que vaya por allí de vez en cuando. Ir a la “Cuesta de Moyano” es
volver a casa con un libro o dos, fijo.
Como lectora, antes que escritora, me da mucha pena ver cómo
el libro de papel está agonizando lentamente y sin solución. La crisis se cebó
en el sector editorial, cerraron muchas librerías en toda España y
desaparecieron editoriales. La llegada del libro electrónico se presagió como
el fin del libro impreso. Sin embargo, si el descenso de ventas del libro tradicional
en la actualidad no se corresponde con un aumento libros electrónicos vendidos,
es que algo falla.
Y eso que falla se llama nomofobia, es decir, la incapacidad
de vivir sin el móvil. Según las últimas estadísticas, cada persona mira su
móvil un promedio de 150 veces al día (yo debo ser de las pocas personas que aún
sigue usando un Nokia que, por cierto, va a cumplir 11
años en octubre y solo lo enciendo cuando salgo de casa). La gente invierte su
tiempo libre en hacerse autofotos compulsivamente (me niego a llamarlas selfies) y subirlas de inmediato a las
redes sociales al tiempo que se envían guasaps frenéticamente a diestro y
siniestro. Estamos en la cultura de los 140 caracteres, los guasaps y las
autofotos. El tiempo que antes se invertía leyendo reposadamente un libro se
destina ahora al móvil. Y la adicción que está creando el Pokémon Go es solo el
comienzo de muchas más novedades, todas relacionadas con el móvil, que irán
llegando.
Pruebo una vez más:
ResponderEliminarMuy interesante entrada, aunque muy triste. Es la verdad del cambio de hábitos de la sociedad en poco tiempo. La última frase parece cortada "porque la gente no tiene"
Precioso dibujo de las casetas de la Cuesta de Moyano.
Anne
Por fin ha salido!
ResponderEliminarHola Iris, bienvenida al blog,
ResponderEliminarTienes razón, la frase esta cortada , era "la gente no tiene tiempo para leer" por culpa del móvil".
Me alegro que te haya gustado el dibujo :)
No sé cómo lo haces...
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