A las 3
de la madrugada, un BMW que perdió el control de su vehículo en la glorieta de
Rubén Darío, se llevó por delante parte del mobiliario urbano, un árbol y un
par de persianas de un edificio para terminar empotrado en la boca de metro.
¡Pero hombre de Dios! ¿Pretendía bajar al metro en su propio coche?
Aquí
los conductores borrachos o se empotran contra la Cibeles y se toman un baño o
lo hacen contra las bocas del metro. ¿No tendrán otra cosa mejor que hacer que
coger un taxi y dormir la mona en sus casas sin destrozar el mobiliario urbano?
Más
dinero para las arcas públicas con la multa que se va a llevar este hombre. Y
en este caso, con razón.
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