Adosado al Palacio Real existe una
lápida que recuerda «A los héroes populares que el 2 de Mayo de 1808 iniciaron
en este mismo lugar la protesta y sacrificio contra las tropas extranjeras. El
Círculo de Bellas Artes 1908. Repuesta por el Ayuntamiento de Madrid 1947».
La madrugada del 2 de mayo de 1808,
los madrileños sospecharon que unas horas más tarde, los soldados franceses
intentarían sacar al infante Francisco de Paula, de 12 años, en una carroza
para llevarlo a Bayona, con el resto de su familia.
A las siete de la mañana, dos
carruajes de viaje salieron de las Caballerizas Reales (donde hoy están los
Jardines Sabatini) y enfilaron por la Calle Nueva de Palacio (hoy Bailén) hasta
detenerse frente a la Puerta del Príncipe (la que da a la plaza de Oriente
aunque aún no existía tal plaza en aquel año), del Palacio Real. A las 8:30
bajó la reina de Etruria con sus hijos, un aya y un mayordomo, ocupando el
primero de los carruajes, y en el segundo, se instalaron algunos miembros de la
servidumbre. El primer carruaje salió con dirección a la antigua Huerta de la
Priora (hoy plaza de Oriente) por la desaparecida calle del Tesoro. Un par de
hombres y algunas mujeres fueron los únicos testigos de la comitiva.
En ese instante, por la Calle Nueva
de Palacio, se acercaba un hombre con paso acelerado. Era el cerrajero José
Blas Molina y Soriano que se acercó al segundo carruaje escudriñando por las
ventanas, se introdujo en el palacio y salió al cabo de poco tiempo gritando
“¡Traición! ¡Traición! ¡Nos han llevado al Rey y se nos quieren llevar todas
las personas Reales! ¡Mueran, mueran los franceses!”.
La gente, que ya empezaba a
arremolinarse temiendo que algo malo fuera a ocurrir, le secundó en las voces
“¡Mueran los franceses! ¡que no salga el Infante!” al tiempo que se asomó al
balcón del palacio un Gentilhombre gritando “¡Vasallos, a las armas! ¡Que se
llevan al Infante!”. La muchedumbre cortó los tiros de los carruajes en los que
iba a ser trasladado el hijo menor del Rey.
El grupo que ya se había formado en
las inmediaciones del Palacio Real, compuesto por unos 60 ó 70 personas, entró
en el palacio y encontraron al pequeño infante Francisco de Paula acompañado de
un Grande. El grito unánime de “¡Viva el Infante, viva!“ resonó al verlo al
tiempo que le expresaban frases de cariño y le aplaudían. El niño salió al
balcón saludando con la mano mientras la multitud allí congregada, gritaba que
no se marchara a Bayona. El Infante, emocionado, saludaba y sonreía a todos, a
pesar de estar enfermo con sarampión.
Informado Murat (alojado en el
cercano palacio de Doña María de Aragón (hoy edificio del Senado) de lo que
ocurría, envió al general Lagrange al frente de un destacamento a que
comprobara personalmente cuál era la magnitud de los acontecimientos y le
informara. Cuando llegó, Molina al verlo gritó “¡Matadlos! ¡Que no entre en
Palacio ningún francés! ¡Matadlos!”. El general y su ayudante sacaron sus sables
pero un oficial de las Reales Guardias Walonas, que interpuso su propio cuerpo,
les obligó a envainar de nuevo las espadas conciliadoramente.
De las primeras 60-70 personas
iniciales ya eran más de 400 los allí congregados frente a Palacio. La llegada
del Batallón de los Granaderos de la Guardia Imperial que, con sus descargas de
munición, pilló desprevenida a la muchedumbre, encendió los ánimos de la gente y
se lanzó contra ellos.
Varios miembros de la servidumbre de Palacio
resultaron heridos o muertos. Los soldados disparaban sus fusiles y cañones
indiscriminadamente sobre los indefensos madrileños. Hombres, mujeres y niños
cayeron igualmente heridos o muertos.
En este primer combate, aparte de
numerosas bajas por parte de la población civil, murieron 21 personas que
servían en el Palacio Real. Se cerraron las puertas de Palacio y tras ellas
quedó el pequeño infante.
Fue el propio Molina el que arengó a
la gente para ir al Parque de Monteleón para coger todas las armas que hubieran
para defender Madrid de los franceses.
Los hechos ocurridos en torno al
Palacio Real fueron posteriormente contados por el propio José Blas Molina y
Soriano en tres cartas que dirigió a Fernando VII en 1816 y conservadas en el
Archivo de Palacio.
Del libro “Los
porqués de Madrid”, Isabel Gea.
Fecha de la publicación:
Octubre 2010 - 13.95 €.
Editorial: Ediciones La
Librería.
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