¡Pues
menos mal!
Porque
es un agobio pasear bajo los soportales y que te esté abordando un camarero sí
y otro también para que consumas algo en la terraza o en el interior. Y, si
encima te confunden con una guiri, como me pasa a mí a veces cuando me ven con
la cámara de fotos y el pelo rubio, ya ni os cuento. Un agobio tanto acoso.
Los
hosteleros han firmado un Decálogo de Buenas Prácticas para la protección de
los derechos de los consumidores. Entre otras obligaciones está el detallar el
tamaño de los platos y la medida de las bebidas. Cosa que me parece muy bien
porque te cobran una minúscula ración de nada a precio de un gran plato y eso
es un abuso y un engaño. Y, además, deben garantizar que se usan productos de primera
calidad, que no es lo mismo un bocata de calamares auténticos que un bocata de sepia,
pota o voladores, y ya no digamos sucedáneos como el surimi de calamar o, peor
aún, los aros de calamar ¡vegetales!
Otras
cosas que figuran en el decálogo son «dispensar un ticket
preferiblemente en formato informático a la hora de presentar la cuenta,
así como que en la carta figuren todos losprecios desglosados y con el IVA
incluido e intentar que el cliente que llega a un local tenga esa
información previamente.En lo que respecta al personal, establece que éste
tenga una presencia correcta y un trato amable con el
cliente y que esté en condiciones de ofrecer información sobre el entorno,
así como la prohibición de abordar al potencial cliente para que entre a su
local y evitar de esta manera incidir de cualquier forma en su libertad de
elección».
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