Esta anécdota que voy a relatar
ocurrió en Aluche.
Un albañil se las vio y deseó para poder deshacerse de una
bañera de más de doscientos kilos de peso. El dueño del artilugio quiso hacer
unas obras de remodelación en el cuarto de baño de su casa y la citada bañera,
no figuraba entre sus planes. El problema era que, debido a su peso, era
imposible bajarla por el hueco de la escalera y tampoco había forma de
descolgarla por el balcón porque, a pesar de la cuerda y la rueca de garrucha,
la bañera podía con el contrapeso de hasta ¡tres hombres!
Cuando ya estaban perdidas las
esperanzas, apareció un chatarrero por
ahí con burro incluido y, aquí comienza la historia del burro por los aires.
Tras convencer al chatarrero de que prestase su animal para una causa muy
noble, se procedió a atar al borrico con una cuerda y en el otro extremo, la
consabida bañera. Pero ¡oh!, ¡sorpresa! el peso de la bañera era tal, que el
burro se vio izado hasta la altura de un cuarto piso, y no había forma de poder
bajarlo.
El chatarrero reclamaba daños y perjuicios y su burro, claro; y el
albañil, sin saber qué hacer.
Por fin, un vecino llamó a la policía y ésta, viendo que el burro no era de
su competencia, llamó a los bomberos. Con ayuda de una gran grúa, bajaron al
borrico y desengancharon la bañera, que fue a parar al carro del chatarrero,
quien seguía reclamando porque el pobre animal, no podía caminar por haber
estado suspendido con las cuerdas muy prietas.
Hubo que echar mano de un camión
para llevar al burro al veterinario y la historia terminó con el pago de 17.000
de las antiguas pesetas por parte del propietario de la bañera al veterinario y
el parte del burro.
Del libro
“Curiosidades y anécdotas de Madrid”, 2ª parte
Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 5ª edición. 6,50€.
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