Parte de la estación del metro de
Tirso de Molina se construyó con huesos humanos. No se alarmen, que no se trata
de ningún crimen, ni nada por el estilo.
La explicación es bien sencilla.
Cuando a principios de los años veinte del siglo XX comenzó la construcción de
esta estación de metro, al excavar la tierra, aparecieron restos de huesos
humanos, procedentes del cementerio del antiguo convento de la Merced, situado en el mismo
lugar y derribado en 1840.
Como nadie sabía qué hacer con ellos, fueron
depositados en los andenes recubriéndolos con azulejos. Y allí descansan desde
entonces los restos de los monjes mercedarios. * (Ver convento de la Merced).
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, 2ª parte
Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 5ª edición. 6,50€.
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