Cada año, con la llegada del frío,
las esquinas de la villa ,
se llenan de una de sus figuras más características y entrañables de Madrid:
las castañeras.
Y castañeros también, porque cada vez es mayor el número de
hombres que se dedican a este oficio, probablemente influidos por aumento del
paro. ¿Quien no se ha calentado las manos con las calentitas castañas recién
asadas?
La implantación de las castañeras en la ciudad es tan antigua como la
historia de Madrid. En un pliego encontrado en la antigua imprenta Marás de la
plazuela de la Cebada
13, cuyo título era Colecciones de
canciones, hay una coplilla de lo más castiza alusiva a estas entrañables
figuras:
«Entre tablas de madera
gano, Curra "la comía"
bebo
copas y siquiera
un real gasto en todo el día
diciendo como lo siento
que
ahora han salido calientes
que queman. ¿Cuántas?».
En los años noventa del siglo XX, el
Ayuntamiento puso en la calle un nuevo modelo de caseta para las castañeras,
consistente en un carrito con techo y calefacción, además de tener un lugar
donde asar las castañas, que antes se hacían al carbón y ahora al butano.
Pero
las castañas... siempre serán castañas.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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