Aparte de la exquisita comida que
servían en el Mesón de San Javier, este lugar destacaba también por varios
motivos: la entrada era una cueva, lo que ya de por sí impresionaba al público
que entraba por primera vez.
Además, en una de sus paredes se podía leer una
inscripción que decía que Felipe II frecuentaba el lugar y que en el edificio
de enfrente se celebraban los juicios de la Inquisición , cosas muy
difíciles de comprobar.
Un tercer motivo, el establecimiento era uno de los
pocos que conservaba una máquina registradora de las de antes. Una auténtica
joya de la marca National, que sólo llegaba hasta sesenta pesetas como máximo.
Era digno de ver la de veces que había que marcar en la registradora para dar
un cambio de mil pesetas. Y si era de cinco mil, ya se pueden imaginar.
Y he escrito
en pasado porque el mesón deapareció hace ya unos cuantos años.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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